9.10.12

Burbuja: Como Ángeles y Humanos

Encerrado en la burbuja gritaba, gritaba sin recibir ninguna respuesta, porque las respuestas a las burbujas de mentiras solo podían escribirlas los revisores. Nos observaban, cerraban los ojos, y temían por nuestras almas o “corazones” como los llamaban ellos. Yo no lo entendía, ya que en nuestra mentira, solo se hallaba la felicidad del resto, es decir, estábamos encerrados porque nosotros lo decidimos así. ¿Por qué sufrir terriblemente en una burbuja en la que nuestra propia esencia nos asfixiaba? ¿Por qué decidíamos, en un momento de nuestras vidas, que éstas eran un castigo para el resto? Somos monstruos, serpientes de doble filo, dragones y bestias indescifrables. Pero, ante todo, somos ángeles. Ángeles crudos y egocéntricos que no entienden por qué el ansia por la verdad lleva a los humanos a sufrir. Sufren al oír la realidad de la que les protegemos, pero cuando más los cuidamos, más ansían saber la verdad, que es el sufrimiento, un sufrimiento que se hace aún más fuerte cada minuto que les protegemos de él. Si tuviera alguna respuesta, por pequeña que fuera, alguna pequeña señal de que no estamos solos y perdidos dentro de nuestra propia oscuridad, entendería porqué lo hago. Porque, lo cierto es, que tras años de estar aquí dentro, olvidamos nuestras razones. No recordamos el porqué decidimos empezar a protegeros, ni el porqué vale la pena. Tampoco entendemos por qué veis la realidad como algo necesario por conocer, cuando aquello que queréis saber es puramente banal e innecesario. De hecho, no hay un solo dato del que os protegemos que necesitéis realmente. Es la curiosidad innecesaria y autodestructiva del ser humano lo que os lleva a necesitar saber la verdad. Y yo os pregunto, ¿Qué deseáis? Queréis a una falsa felicidad que se os entrega al recibir aquello que ansiabais saber, pero aborrecéis lo que aquello significa. Aborrecéis el saber que, con esos pequeños y superfluos datos vuestra vida será más desgraciada.

La única verdad de éste mundo es que vuestra autodestrucción y vuestra felicidad son lo mismo. Llegados a esto, Perfección e imperfección solo se diferencian por un prefijo, y vida y muerte son exactamente iguales, puesto que siempre, siempre, siempre, ansiaréis más.

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