11.1.14

Ataduras


Nos atamos a ideologías que cumplen con nuestra forma de pensar. Nos atamos a historias inconclusas que nos mantienen en vilo, y esperamos a que nos regalen un final digno del tiempo que les hemos dedicado. Nos atamos a lugares, donde nos sentimos cómodos porque, aunque el mundo nos atrae, lo desconocido nos aterroriza. Nos atamos a sentimientos, porque creemos que si esos sentimientos cambian radicalmente, haremos daño a otras personas.

Nos atamos a personas.

Encontramos a alguien a quien consideramos distinto, especial, único. Alguien que, de repente, pasa de ser alguien más a convertirse en la persona más importante del mundo. En la persona perfecta. Nuestra lógica se disipa, nuestro instinto se resiente, y nuestros sentimientos se desbordan.

La realidad no significa demasiado, puesto que esa persona ocupa gran parte de nuestros pensamientos. No hay tiempo para plantearse la realidad cuando estás ocupado con otras cosas.

Ilusiones, en gran parte, de una perfección irreal. Y, a veces, somos conscientes de que lo que vemos no es más que una ilusión, pero nos gusta tanto que nos aferramos a ella. Nosotros mismos tiramos de la cuerda para atarla como podemos, aunque la misma no tenga final en el otro extremo. La felicidad es una droga casi tan fuerte como la tristeza.

No es malo atarse a alguien, lo malo es el verbo "atar", que nos hace pensar que sentirnos totalmente en sintonía con una persona es algo negativo. De hecho, parece que hasta es algo malo, sobretodo para la gente que ronda mi edad.

¿Cual es el problema? Ninguno. Cada uno que disfrute de lo que tiene. Y si realmente has encontrado esa parte tan especial e importante en otra persona, disfrútala, nunca sabes cuanto durará esa sensación.

Por otro lado, no atarse tampoco es malo. La auténtica diferencia de la soledad es que tu única compañía es tu propia persona. Sos tu propio cariño y tu único amor. La libertad te permite disfrutar de breves momentos de diversión con otras personas, pero en el fondo, una vez que eso termine, volverás a casa solo.

La soledad es un mundo oscuro pero tranquilo, mientras que el amor resulta luminoso y turbulento.

El amor es una oportunidad para compartirte con otra persona y descubrirla, a su vez. La soledad, una oportunidad para conocerte, disfrutar de ti mismo y aprender a quererte un poco más.